Aleman

La historia completa:

Eduardo (42) lee una noticia sobre la empresa Neuro-G, que utiliza tecnología de inteligencia artificial para crear spots publicitarios. Él está sentado en su living comedor mientras su esposa Gabriela (35) y su hija Gabysita (12) desayunan. Eduardo está relajado y se muestra confiado en que tendrá un buen día en el trabajo, a pesar de que debe reunirse con una empresa estadounidense interesada en comprar Neuro-G. Después de despedir a su hija para que vaya a la escuela, Eduardo se dirige a su oficina en un lujoso automóvil y es saludado por un guardia de seguridad.

En el ascensor, Eduardo se peina mientras se observa en los espejos, tratando de arreglarse el pelo despeinado. Al llegar a la oficina, Eduardo es recibido por los empleados de la empresa, quienes lo felicitan y aplauden por su trabajo. Eric, un joven cool/nerd, le muestra a Eduardo un video de la empresa estadounidense interesada en comprar Neuro-G, y Eduardo se dirige a los empleados para darles un discurso motivador. Eduardo se despide de los empleados y se dirige a la oficina del director principal, Elías Suárez, a quien le da un informe sobre la reunión con la empresa estadounidense. Luego, Eduardo se encuentra con sus colegas en una sala de reuniones para discutir cómo pueden expandir la empresa.

Eduardo entra a una reunión con los accionistas de la empresa en la que discuten el futuro de la Organización Descentralizada Autónoma Neuro-G, que se encuentra en una crisis financiera debido a la competencia china. Los accionistas tienen diferentes propuestas: Felipe sugiere liquidar la empresa, mientras que Jorge propone una alianza con una empresa estadounidense. Gustavo cree que la empresa debe utilizar sus últimos fondos para invertir en fábricas de energía nueva. Eduardo propone la automatización y la inteligencia artificial como solución. Finalmente, se pone en votación la decisión, y los accionistas deciden emplear los últimos fondos para mantener a flote la empresa. Después de la reunión, Elias habla a solas con Eduardo y le dice que no merece crédito por la decisión y le hace comentarios despectivos sobre su familia. Eduardo se defiende y se marcha.

Eduardo sale de la oficina enojado y con prisa, sin saludar al guardia de seguridad. Mientras conduce a toda prisa hacia el aeropuerto, recibe una llamada de un número desconocido que cuelga. Al detenerse en un semáforo, le da dinero a un limpiaparabrisas. Más tarde, llama a su casa y habla con su esposa y su hija. Luego, recibe una llamada de un número estadounidense desconocido y contesta nerviosamente. La persona al otro lado lo amenaza con destruir su empresa y su familia, y le exige que devuelva algo que le debe. Eduardo se niega y cuelga, pero luego recibe otra llamada de la misma persona, quien le pide la verdad sobre su identidad y que publique en las redes sociales quién es realmente antes de devolverle lo que le debe. Eduardo le ofrece un trato para arreglar todo, pero la persona al otro lado sigue siendo hostil y lo critica por su comportamiento anterior. Eduardo llega a una intersección donde se encuentra con la persona que lo llama.

Eduardo llama a Eric para que recoja a unos gringos y le pide que no pregunte nada y que se haga responsable de la tarea. Eduardo va a una construcción abandonada donde se encuentra con Stephanie, quien le dice que están triangulando la llamada y que necesita tiempo. Luego, Eduardo habla con Alfredo por teléfono y recuerda cuando era joven y trabajó con su padre, Emilio, en un casco neurológico. Alfredo acusa a Eduardo de haber engañado a su padre y tomar todo el control después de su muerte. Se muestra una escena de Eduardo y Emilio firmando un contrato donde Eduardo queda como apoderado. El texto termina con Eduardo saltando desde la terraza de la construcción a un semipiso más abajo y encontrando una pelota de fútbol de cuero, la cual parece tener un significado especial para él.

Eduardo se encuentra en una construcción con Alfredo, quien lo confronta acerca de un acuerdo en el que fueron estafados años atrás. Alfredo le exige a Eduardo que le dé el contenido de su caja de seguridad y le muestra el contrato que firmó con Emilio. Eduardo se niega a entregarles a la Policía los papeles y Alfredo le dice que los quiere para saber quién es realmente. Eduardo escapa corriendo y en su auto habla con su asistente de smartphone para llamar a su casa, pero nadie responde. Luego, habla con Eric sobre los gringos que quieren sacar a Arturo y Gustavo de la empresa. Eduardo se comunica con Gustavo y Jorge para ofrecerles dinero a cambio de sus partes en la empresa.

En esta escena, Eduardo se encuentra negociando para comprar las partes de tres socios de la empresa que está a punto de caer. Desesperado por conseguir el dinero, Eduardo hace números y habla con su amigo Eric para obtener la cantidad necesaria. Finalmente, llegan a la conclusión de que pueden hipotecar la casa de Gabriela, la esposa de Eduardo, pero se dan cuenta de que la casa no es de Eduardo, sino de Gabriela.

Eduardo llega a su casa y Gabriela corre hacia él con una expresión preocupada. Eric también se acerca con cautela. Gabriela le susurra a Eduardo que alguien le dijo que él no era lo que aparentaba y que la familia necesitaba saber la verdad sobre él. Eduardo la tranquiliza diciendo que la competencia quiere destruir su empresa porque él está a punto de volver a las grandes ligas. El celular de Eduardo suena, pero decide no contestar. Eduardo promete proteger a su familia. Eduardo le pide a Gabriela que le dé los papeles de la casa y lo acompañe al agente de cambio, pero ella se niega desconfiada. Gabriela dice que alguien la llamó diciéndole que Eduardo la dejará sin nada. Eduardo se exaspera y grita que la casa es de ella porque es su esposa y porque la ama. Gabriela se queda horrorizada y no puede creer lo que oye. Eric interviene y le explica a Gabriela sobre un trato que cambiará la vida de todos ellos, pero necesitan los Ethereums para comprar la otra parte de la empresa. Eduardo aprovecha la distracción para ir a su habitación y tomar una pistola de una caja de zapatos escondida en el ropero.

Eduardo, Eric, y Gabriela están en una agencia de banca digital, donde digitalizan documentos y firman acuerdos. Eduardo y Eric firman un acuerdo en el que Eric recibirá el 25% de las acciones de la empresa. Eduardo se convierte en el máximo accionista de la empresa y anuncia un día libre para todos los empleados. Sin embargo, Eric informa a Eduardo que Elias ha estado tratando de dejarlo fuera del acuerdo con los gringos. Eduardo se encuentra con Elias en un ascensor y lo lleva a su auto, amenazándolo con un arma. La escena termina con Eduardo deteniéndose junto a una construcción y apuntando a Elias con su arma.

Eduardo obliga a Elias a subir a la terraza de una construcción y lo golpea violentamente, acusándolo de querer dejarlo afuera de un acuerdo con los gringos. Elias le ofrece su parte de la empresa, lo que Eduardo acepta y luego lo golpea aún más, amenazando con matarlo si se vuelve a aparecer en la oficina. Eduardo luego se encuentra con Eric y le entrega la renuncia de Elias, advirtiéndole que no quiere más sorpresas. Conduce hacia un pueblo y pregunta por Emilio, un viejo conocido. Una anciana le dice que Emilio aún vive y está en un geriátrico. Eduardo lo visita y se entera de que Emilio nunca lo reconoció como amigo y que su hijo dejó de visitarlo hace años.

Eduardo visita a Emilio en un geriátrico y logra hacer que Emilio lo reconozca. Después de hablar un rato, Emilio menciona a Elias, un hombre que Eduardo presentó previamente, y dice que es un tipo jodido que los va a querer cagar. Eduardo se conmueve por la situación y se va del geriátrico para buscar a Eric, el hijo de Emilio. Sin embargo, cuando intenta llamarlo, descubre que el número no está disponible. Eduardo va a un hotel para buscar a unos gringos que aparentemente Eric conocía, pero descubre que la persona que estaba buscando había fallecido hacía un año. Un correo llega con un paquete para Eduardo, que contiene un celular con la aplicación NeuroCel. Eduardo se da cuenta de que ha sido derrotado y sonríe incrédulo, mientras la motociclista que se encontró antes en la película se despide con un gesto de agradecimiento.